LA KABALAH:
PUENTE CULTURAL Y ESPIRITUAL
La Kabaláh y
la cultura son herramientas fuertes y poderosas para construir puentes y fortalecer relaciones
bilaterales. Asi lo visualizó Jorge
Luis Borges, escritor argentino, que tanto amó a Praga y su mística judía,
y la llevó a su literatura a partir de su poema “El Golem”.
La creación del
grupo de estudios de Kabaláh Sod22Praga,
materializado por el Dr. Mario Sabán, en octubre del 2013, es un punto
de unión con ese pueblo.
Nuestro grupo,
Sod22buenosaires, dedica con orgullo y amor el poema borgeano inspirado en la
tradición judía en tierras kafkianas.
SHALOM
HERMANOS!
Patricia Wanda Frachia Zaidel
13 de noviembre de
2013.
![](http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/fotos/borges2.jpg)
EL GOLEM
Si (como el
griego afirma en el Cratilo)
el nombre es
arquetipo de la cosa,
En las letras
de rosa esta la rosa
Y todo el Nilo
en la palabra Nilo.
Y, hecho de consonantes
y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y
que la Omnipotencia
Guarde en
letras y sílabas cabales.
Adán y las
estrellas lo supieron
En el Jardín.
La herrumbre del pecado
(Dicen los
cabalistas) lo ha borrado
Y las generaciones
lo perdieron.
Los artificios
y el candor del hombre
No tienen fin.
Sabemos que hubo un día
En que el
pueblo de Dios buscaba el Nombre
En las vigilias
de la judería.
No a la manera
de otras que una vaga
Sombra insinúan
en la vaga historia,
Aún está verde
y viva la memoria
De Judá León,
que era rabino de Praga.
Sediento de
saber lo que Dios sabe,
Judá León se
dio a permutaciones
De letras y a
complejas variaciones
Y al fin
pronunció el Nombre que es la Clave,
La Puerta, el
Eco, el Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco
que con torpes manos
Labró, para
enseñarle los arcanos
De las Letras,
del Tiempo y del Espacio.
El simulacro
alzó los soñolientos
Párpados y vio
formas y colores
Que no
entendió, perdidos en rumores
Y ensayó
temerosos movimientos.
Gradualmente se
vio (como nosotros)
Aprisionado en
esta red sonora
De Antes,
Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha,
Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.
(El cabalista
que ofició de numen
A la vasta
criatura apodó Golem;
Estas verdades
las refiere Scholem
En un docto
lugar de su volumen.)
El rabí le
explicaba el universo
Esto es mi pie;
esto el tuyo; esto la soga
Y logró, al
cabo de años, que el perverso
Barriera bien o
mal la sinagoga.
Tal vez hubo un
error en la grafía
O en la
articulación del Sacro Nombre;
A pesar de tan
alta hechicería,
No aprendió a
hablar el aprendiz de hombre.
Sus ojos, menos
de hombre que de perro
Y harto menos
de perro que de cosa,
Seguían al rabí
por la dudosa
Penumbra de las
piezas del encierro.
Algo anormal y
tosco hubo en el Golem,
Ya que a su
paso el gato del rabino
Se escondía.
(Ese gato no está en Scholem
Pero, a través
del tiempo, lo adivino.)
Elevando
a su Dios manos filiales,
Las devociones
de su Dios copiaba
O, estúpido y
sonriente, se ahuecaba
En cóncavas
zalemas orientales.
El rabí lo
miraba con ternura
Y con algún
horror. ¿Cómo (se dijo)
Pude engendrar
este penoso hijo
Y la inacción
dejé, que es la cordura?
¿Por qué di en
agregar a la infinita
Serie un
símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en
lo eterno se devana,
Di otra causa,
otro efecto y otra cuita?
En la hora de
angustia y de luz vaga,
En su Golem
los ojos detenía.
¿Quién nos dirá
las cosas que sentía
Dios, al mirar
a su rabino en Praga?
1958
Jorge Luis Borges, “El Otro, El Mismo”
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